lunes, 15 de diciembre de 2014

"Es tonto formar en la especificidad del tornillo"



ENTREVISTA A ALEJANDRO GRIMSON Y EMILIO TENTI FANFANI PUBLICADA EN TIEMPO ARGENTINO EL 5 DE OCTUBRE DE 2014.
Foto de Mariano Pedroza.







A los argentinos nos apasiona debatir sobre la educación. Cada vez que hay un conflicto docente, un reclamo estudiantil o una innovación curricular, los medios se llenan de opiniones de todo tipo. Lo mismo sucede en las reuniones familiares o en las charlas de café: por su carácter formativo, la escuela suele ser el nudo a partir del cual cada miembro de una sociedad instalaría un programa para modificar lo que cree que está mal. Pero haber sido usuario (como alumnos o padres de alumnos) del sistema educativo no nos califica necesariamente para emitir juicios. Esas opiniones, lejos de convertirse en reflexiones, se van convirtiendo en muletillas, conceptos resistentes a toda demostración que no hacen otra cosa que obstaculizar el debate. Eso, al menos, surge de la lectura del libro Mitomanías de la Educación Argentina, recientemente editado por Siglo XXI y escrito por el sociólogo Emilio Tenti Fanfani junto al antropólogo Alejandro Grimson.
"Partimos de una insatisfacción acerca de los términos del debate sobre la educación pública –dice Tenti Fanfani, quien además de ser consultor de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) en la Universidad Pedagógica de la provincia de Buenos Aires se desempeña como profesor titular de Sociología de la Educación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA–. Es muy cansador, sobre todo para quienes estamos en el debate –dice–. En general se reiteran posiciones. Lo que quisimos fue introducir una especie de sospecha, de duda, someter a juicio crítico lo que se dice habitualmente, un ejercicio de crítica del discurso acerca de las soluciones que habitualmente se proponen para la educación."
Grimson es doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia. Y con su libro Mitomanías argentinas ya había explorado este género de la desmitificación, es decir, la intención de desmontar estos prejuicios instalados en el sentido común. Su paso por el Canal Encuentro con un ciclo del mismo nombre lo acercó al público no académico. "Después del libro sobre mitomanías  escuché una clase excelente de Emilio sobre los mitos de la educación y pensé que si yo trabajo sobre los mitos en general y él  trabaja sobre la educación, ¿por qué no nos juntamos? Hay muchos trabajos académicos que tratan de complejizar esta cuestión del debate educativo, pero no salen del ámbito académico. De manera que nos apoyamos mucho en muchos colegas e investigadores para intentar elevar la calidad del debate público, porque las polarizaciones empujan las simplificaciones, la muletilla, las frases hechas, la búsqueda de culpables, y eso obstaculiza el debate y el conocimiento."
Hay grandes desafíos, dice Grimson, que se pueden intentar y que no siempre son problemas. "Una de las frases que más escuchamos es '¿Cómo puede ser que el chico que no se sacrificó reciba una laptop?' Pero no escuchás qué pasa con un chico que los primeros diez años de su vida no tuvo Internet y está sentado al lado de uno que sí tuvo desde que nació. ¿Cuáles son las consecuencias de eso? Es un pibe que no está alfabetizado en un tipo de conocimiento sin el cual hoy no podés ejercer tus derechos ciudadanos ni pelear un puesto laboral digno. Es un tema que tiene que ver con uno de los planteos centrales del libro, que es entender la educación como un derecho al acceso al conocimiento y la democracia como un sistema que implica necesariamente, para existir, que todos los habitantes tengan un acceso absoluto al derecho al conocimiento que no puede ser una mercancía.
Tenti Fanfani: –Esa es una toma de posición clara del libro. Si no, va a pasar lo mismo que con la tierra: era propiedad comunal hasta que se alambró y desde entonces se concentró. Eso va a pasar con el conocimiento, que hasta el momento es de propiedad común, es uno de los derechos básicos. El acceso al conocimiento es un derecho y debe tener un ente colectivo que garantice el efectivo cumplimiento de ese derecho. De hecho, hay algunos conocimientos claves que se están comprando y vendiendo. La lengua inglesa por ejemplo. Si alguien sabe inglés es porque compró ese conocimiento, no conozco a nadie que haya aprendido inglés en la escuela.
Grimson: –Lo cual lleva a otro de los grandes temas del libro, que es establecer cuáles son los conocimientos imprescindibles. Una vez que establecemos que el Estado tiene que garantizar ese derecho, ¿cómo lo hace? ¿por qué no ordenamos las prioridades?  El inglés, a mi juicio, viene enseguida después que la lectoescritura y las principales operaciones matemáticas. Como informática, son competencias muy importantes.
TF: –Son pilares. Hay que pedirle a la escuela lo que es valioso y que sólo ella puede dar. Educación vial, valores morales, eso lo hace mejor la familia. Pero enseñar operaciones matemáticas o lectoescritura, esos pilares lo puede hacer mejor la escuela que la familia. Y ser honesto es algo que  puede enseñar mejor el padre de familia que el cuerpo docente.

¿QUE ENSEÑAR? ¿QUÉ APRENDER? Entre los mitos educativos, aparece siempre el programa, la currícula, como tema de debate. De la misma manera que todos los argentinos somos directores técnicos listos para sacar campeones a todos los equipos, en los momentos del debate parecemos saber exactamente qué se debería enseñar en cada ciclo escolar.
G: –Muchas veces se cree que si vos sabés programación de software no vas a tener problemas de trabajo. Pero la verdad es que también hay que saber escuchar y expresarse correctamente. Son competencias muy específicas. Nadie nace entendiendo el punto de vista del otro. Y eso implica manejo de abstracciones. Parte del debate de fondo dice: ¿necesitamos una enseñanza de lo específico? ¿Te enseñamos a reparar un celular? ¿O necesitamos una educación que forme en las competencias fundamentales del ser humano? Yo te puedo enseñar a reparar celulares y vos dentro de diez años no tenés más trabajo porque los celulares no se usan mas. Con los cambios vertiginosos que hay hoy, es tonto formar a la gente en la especificidad del tornillo. Hoy necesitás la capacidad que te permita expresarte y hacer operaciones matemáticas abstractas y complejas, un esquema que te permita seguir aprendiendo porque ninguno de nosotros puede mantenerse dentro del mercado de trabajo sin incorporar nuevos conocimientos.
TF:–Siempre que hablamos de educación técnica sale el ejemplo del tornillo. El especialista en tornillo. Ahora, la pregunta es: ¿cómo se compone la fuerza del trabajo? ¿Cuántos trabajan con el tornillo y cuántos trabajan en los servicios? La verdad es que estos últimos son los puestos que más se crean. Desde maestros hasta cocineros o mozos de bares ¿Qué competencias necesitan?  ¿Qué rol cumple la señorita de Lengua ahí? Cuando uno hace un seminario sobre educación para el trabajo se llena de profesores de escuelas técnicas, ¿y por qué no vienen los de Lengua? ¡El bachillerato también prepara para el trabajo! Y los docentes de Lengua no tienen  conciencia de que están formando sujetos para que trabajen. "Esto es una disciplina humanista", piensan. Y no, justamente esa herramienta del manejo del idioma y la comprensión de lo que dice el otro es un eje del trabajo.
–Estos lugares comunes, estos mitos, están en el libro organizados por tema: mitos sobre la decadencia educativa, sobre los alumnos, sobre los docentes, sobre la autoridad, sobre el presupuesto, sobre lo que se debe enseñar. ¿Cómo los recopilaron?
G: –Hay un procedimiento que fuimos siguiendo que tiene que ver con ir recuperando en libretitas o mirando de los medios las frases que escuchamos y se repiten. Nosotros somos parte de una sociedad que habla mucho de la educación. Y la idea fue tomar esas cosas que se dicen como un artificio, como una construcción cultural. Por ejemplo: "la escuela de antes era espectacular". Entonces repreguntamos: "¿Y cuando fue espectacular?" Algunos contestaban: "En 1910." Y la verdad es que en ese entonces había 26% de analfabetismo en el país, había total legitimidad de la violencia en la sanción hacia los alumnos, las mujeres no podían ir a la universidad, por dar algunos datos. Entonces tomemos estas frases y pensemos la implicancia política. Esas frases ponen la utopía de la educación hacia atrás. "Volvamos a ser lo que éramos", parecen decir.

TF: –Ni siquiera es neoliberal, esa opinión es reaccionaria: hay que volver para atrás. Esto limita la imaginación, detiene el debate; si lo mejor que tenía para dar la educación ya fue dado en el pasado, se ata la cabeza. Es un obstáculo, no es un peligro en política, pero es un obstáculo para el debate.
–¿Se divirtieron haciendo este libro?
G: –Mucho. Porque a los dos nos interesa el tema y tenemos la suerte de hacer cosas que nos gustan.
TF: –Nuestro objetivo fue llegar al ciudadano bien informado, que le interesa el debate educativo. El riesgo de que por hacernos entender por los legos tuviéramos criticas académicas era alto. Pero lo contrario no nos interesaba: un texto muy riguroso que sea leído por la academia pero aburra al público general no estaba en nuestros planes. De modo que sí, nos divertimos con este intento de traducción riesgoso.  «

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