Hay unos tipos abajo (de la autopista)

Son cincuenta y tres familias. Decimos Familias porque somos re modernos y re inclusivos, pero decir Familias también oculta que muchas de ellas son mujeres solas con tres o cuatro pibes de padres que se tomaron el palo. 



Más de la mitad de ellos (adultos y niños) trabajan como cartoneros. Es decir, son servidores públicos, porque la basura nuestra que ellos reciclan no se la tienen que llevar las empresas recolectoras que (nos) cobran una fortuna por llevársela y tirarla cerca de donde viven ellos, las familias.  Dejame subrayarlo: nos hacen ahorrar plata, con ese laburo que ninguno de nosotros quiere hacer. Los demás laburan en cooperativas de limpieza (que limpian las calles “nuestras”, por ejemplo) o trabajan en la limpieza doméstica de las casas nuestras.
Viven como inquilinos en el Barrio Ramón Carrillo, Villa Soldati. Pero podrían vivir en cualquier barrio marginalizado de la ciudad.  Les cobran en promedio 1800 pesos por piezas de 3x3 los Porongas de la villa que acapararon terrenos y construyeron antes. Como no tienen garantes, no pueden aspirar a vivir en otro barrio.
Lo que sacan limpiando o cirujeando apenas les alcanza para vivir, porque en la villa es todo más caro: como no hay agua corriente, hay que comprarla. Como no hay teléfono, usan celulares con tarjeta, que se garpa carísimo.  ¿Y el alquiler? Buena parte de ellos lo garpa con el subsidio habitacional que cada tanto les da el Estado a fuerza de armar quilombo –cortar una ruta, tomar un terreno nuevo.
En estos días se retrasó el pago del subsidio habitacional y los Porongas las echaron –a estas cincuenta y tres familias– a la calle. ¿Te cuento el método con el que los expulsaron? ¿O te cuento cómo reaccionó la Policía, el Juez y las autoridades cuando ellas.las familias, intentaron construir casillas en un cuarto de manzana que quedaba debajo de la Autopista 7? (Un lugar, por otro lado, que ningún policía ni ningún juez ni ningún periodista pisaría si no fuera porque hay conflicto).
Hoy me tocó ir a cubrir esa noticia, che.

No la muerte de Norma Pons.  

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