sábado, 26 de mayo de 2012

Miles de isleños reciben atención médica en un buque de la Armada

El ARA Ciudad de Zárate, con médicos y dos consultorios a bordo, surca el río Paraná desde abril, permitiendo el acceso a la salud a los habitantes de parajes alejados de los grandes centros urbanos.

 Publicado el 21.05.2012 en Tiempo Argentino
Zarpó el 16 de abril y regresará a fines de mayo. En su décimo viaje, el buque multipropósito ARA Ciudad de Zárate de la Armada Argentina surca el río Paraná en campaña sanitaria, para que el equipo médico que viaja a bordo brinde atención primaria de la salud a poblaciones isleñas o de difícil acceso por tierra.
El buque, de unos 50 metros de eslora, está equipado para la ocasión con dos containers que funcionan como consultorios, y a bordo viajan unas 40 personas.   La mayoría de los poblados que el Ciudad de Zarate visita no tiene –previsiblemente- un muelle preparado para recibirlo, y en ocasiones hay que amarrarlo con cabos que se atan a la costa “a como dé lugar”. Al llegar a cada población, la tripulación sale a hacer contacto con las escuelas, con la sala de Primeros Auxilios si la hay, y pasa por las casas invitando a acercarse al buque. El boca en boca funciona bien.
“Me enteré que estaban porque escuché que tocaban bocina”, dice Vanessa, una vecina del paraje Tres Bocas, en la periferia de Puerto Vilelas, en la provincia de Chaco. Vanessa es ama de casa y tiene dos hijos a los que trajo a hacer una revisión general, igual que el año pasado, en la campaña anterior. 
Vilelas, como le dicen los vecinos, debe su nombre al cacique de una comunidad originaria que vivía en la zona. Tres Bocas es una calle de unos 700 metros que corre a lo largo del riacho Barranqueras, una serie de casas muy humildes, dos escuelitas y una sala de primeros auxilios. Pese a que unos pocos kilómetros la separan de los centros de salud de alta complejidad de la provincia, la mayoría de sus habitantes, albañiles y pescadores, trabajan en la zona, por lo que la presencia del buque garantiza, al menos, una buena revisión médica para toda la población. 
Ángel tiene seis años y vino al buque a que le revisen los dientes. El odontólogo le abre la boca y la ve llena de caramelos que acaba de recibir de regalo. Le da a la madre un cepillo de dientes nuevo y le dice: “Cepillale, mamá, que si no, no lo puedo revisar”. Los demás chicos esperan en la cubierta del buque su turno para ser revisados y, mientras sus madres charlan con las guardiamarinas, tratan de espiar las salas de máquinas del buque, los camarotes, los pasillos.
“Una de las cosas que llama la atención –dice Néstor Renato Franceschi, odontólogo– es que nueve de cada diez chicos de estas poblaciones se dejan pinchar la encía, poner anestesia, se dejan sacar dientes sin problemas, mientras que en las ciudades, en los consultorios particulares, seis de cada diez patalean, lloran o gritan”. Franceschi trabaja en un centro de salud en Barranqueras, en la zona del Gran Resistencia, y fue convocado por la gobernación chaqueña para participar de la campaña junto a la Armada. “En parte, me parece que se dejan hacer cualquier cosa en la boca con tal de subirse al buque”, dice. 
Además de la atención médica, el buque transporta juguetes y ropa donados por el Hogar Stella Maris, de la Armada, o gestionados de manera individual por parte de los tripulantes. Al igual que el impacto visual que causa la presencia del buque, los regalos funcionan como un facilitador para que las familias se acerquen a la revisación.
En una parada anterior, en la localidad correntina de Yahapé, apareció una mujer de 69 años con mucha dificultad para caminar los 300 metros que separaban su vivienda del buque. La atendió Pablo Andrés Yaciófano, teniente de fragata médico de la Armada. La paciente, de nombre Rosa, recibió un diagnóstico médico de edema en el miembro inferior izquierdo, úlcera y celulitis infecciosa. “Se trata de una persona muy obesa, con el cuerpo deteriorado por el abandono y con algunas creencias de campo: se ponía grasa de chivo sobre una úlcera infectada con la idea de que eso la curaba. Y lo único que lograba era contaminarla más.” En esos casos, los médicos intentan garantizar la continuidad  del tratamiento. Yaciófano  explica: “Le di gasas, desinfectante y antibióticos y le dije que fuera a hacerse las curaciones tres veces por semana a la salita.”
En la Isla de Buey Muerto, en Formosa, la tripulación del buque aprovechó también sus conocimientos técnicos. “Estamos muy contentos con llevar adelante estas misiones –dice el cápitán de corbeta Pablo Garay, comandante de la nave– y eso se nota en el espíritu del buque, en la buena voluntad que la tripulación pone para tareas que exceden lo sanitario, como, por ejemplo, la reparación de una bomba de agua que se había roto en la escuela.”
El viaje del Ciudad de Zárate sigue Paraná abajo hacia Santa Fe, con un promedio de 100 personas atendidas en cada parada. Para septiembre de este año, está prevista una nueva campaña sanitaria. <
El diente del yacaré
Julio tiene cuatro años y está cambiando los dientes. Vive en Tres Bocas, a orillas del riacho Barranqueras, un brazo del Paraná. Su madre le colocó el colgante de diente de yacaré que adorna su cuello. Es una costumbre del lugar. “Con eso no le da fiebre, no le duele y le salen los dientes parejos”, dice ella. Los médicos de a bordo le recomiendan que, de todos modos, no omita el cepillado después de cada comida. La receta para construir el colgante consiste en trabajar muy despacio el diente de yacaré con una aguja, de modo de hacerle un agujerito por donde pasar un hilo. Es difícil, dicen, porque el diente se quiebra si lo presionan mucho. Claro que para quienes visitan la zona, lo verdaderamente difícil parece cazar al yacaré. Pero eso, dicen, es una cuestión cultural.

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