El ARA Ciudad de Zárate, con médicos y dos consultorios a bordo, surca el río Paraná desde abril, permitiendo el acceso a la salud a los habitantes de parajes alejados de los grandes centros urbanos.
Publicado el 21.05.2012 en Tiempo Argentino
Zarpó el 16 de abril y regresará a fines de mayo. En su décimo
viaje, el buque multipropósito ARA Ciudad de Zárate de la Armada
Argentina surca el río Paraná en campaña sanitaria, para que el equipo
médico que viaja a bordo brinde atención primaria de la salud a
poblaciones isleñas o de difícil acceso por tierra.
El buque, de unos 50 metros de eslora, está equipado para la
ocasión con dos containers que funcionan como consultorios, y a bordo
viajan unas 40 personas. La mayoría de los poblados que el Ciudad de
Zarate visita no tiene –previsiblemente- un muelle preparado para
recibirlo, y en ocasiones hay que amarrarlo con cabos que se atan a la
costa “a como dé lugar”. Al llegar a cada población, la tripulación sale
a hacer contacto con las escuelas, con la sala de Primeros Auxilios si
la hay, y pasa por las casas invitando a acercarse al buque. El boca en
boca funciona bien.
“Me enteré que estaban porque escuché que tocaban bocina”, dice
Vanessa, una vecina del paraje Tres Bocas, en la periferia de Puerto
Vilelas, en la provincia de Chaco. Vanessa es ama de casa y tiene dos
hijos a los que trajo a hacer una revisión general, igual que el año
pasado, en la campaña anterior.
Vilelas, como le dicen los vecinos, debe su nombre al cacique de
una comunidad originaria que vivía en la zona. Tres Bocas es una calle
de unos 700 metros que corre a lo largo del riacho Barranqueras, una
serie de casas muy humildes, dos escuelitas y una sala de primeros
auxilios. Pese a que unos pocos kilómetros la separan de los centros de
salud de alta complejidad de la provincia, la mayoría de sus habitantes,
albañiles y pescadores, trabajan en la zona, por lo que la presencia
del buque garantiza, al menos, una buena revisión médica para toda la
población.
Ángel tiene seis años y vino al buque a que le revisen los dientes.
El odontólogo le abre la boca y la ve llena de caramelos que acaba de
recibir de regalo. Le da a la madre un cepillo de dientes nuevo y le
dice: “Cepillale, mamá, que si no, no lo puedo revisar”. Los demás
chicos esperan en la cubierta del buque su turno para ser revisados y,
mientras sus madres charlan con las guardiamarinas, tratan de espiar las
salas de máquinas del buque, los camarotes, los pasillos.
“Una de las cosas que llama la atención –dice Néstor Renato
Franceschi, odontólogo– es que nueve de cada diez chicos de estas
poblaciones se dejan pinchar la encía, poner anestesia, se dejan sacar
dientes sin problemas, mientras que en las ciudades, en los consultorios
particulares, seis de cada diez patalean, lloran o gritan”. Franceschi
trabaja en un centro de salud en Barranqueras, en la zona del Gran
Resistencia, y fue convocado por la gobernación chaqueña para participar
de la campaña junto a la Armada. “En parte, me parece que se dejan
hacer cualquier cosa en la boca con tal de subirse al buque”, dice.
Además de la atención médica, el buque transporta juguetes y ropa
donados por el Hogar Stella Maris, de la Armada, o gestionados de manera
individual por parte de los tripulantes. Al igual que el impacto visual
que causa la presencia del buque, los regalos funcionan como un
facilitador para que las familias se acerquen a la revisación.
En una parada anterior, en la localidad correntina de Yahapé,
apareció una mujer de 69 años con mucha dificultad para caminar los 300
metros que separaban su vivienda del buque. La atendió Pablo Andrés
Yaciófano, teniente de fragata médico de la Armada. La paciente, de
nombre Rosa, recibió un diagnóstico médico de edema en el miembro
inferior izquierdo, úlcera y celulitis infecciosa. “Se trata de una
persona muy obesa, con el cuerpo deteriorado por el abandono y con
algunas creencias de campo: se ponía grasa de chivo sobre una úlcera
infectada con la idea de que eso la curaba. Y lo único que lograba era
contaminarla más.” En esos casos, los médicos intentan garantizar la
continuidad del tratamiento. Yaciófano explica: “Le di gasas,
desinfectante y antibióticos y le dije que fuera a hacerse las
curaciones tres veces por semana a la salita.”
En la Isla de Buey Muerto, en Formosa, la tripulación del buque
aprovechó también sus conocimientos técnicos. “Estamos muy contentos con
llevar adelante estas misiones –dice el cápitán de corbeta Pablo Garay,
comandante de la nave– y eso se nota en el espíritu del buque, en la
buena voluntad que la tripulación pone para tareas que exceden lo
sanitario, como, por ejemplo, la reparación de una bomba de agua que se
había roto en la escuela.”
El viaje del Ciudad de Zárate sigue Paraná abajo hacia Santa Fe,
con un promedio de 100 personas atendidas en cada parada. Para
septiembre de este año, está prevista una nueva campaña sanitaria. <
El diente del yacaré
Julio tiene cuatro años y está cambiando los dientes. Vive en Tres
Bocas, a orillas del riacho Barranqueras, un brazo del Paraná. Su madre
le colocó el colgante de diente de yacaré que adorna su cuello. Es una
costumbre del lugar. “Con eso no le da fiebre, no le duele y le salen
los dientes parejos”, dice ella. Los médicos de a bordo le recomiendan
que, de todos modos, no omita el cepillado después de cada comida. La
receta para construir el colgante consiste en trabajar muy despacio el
diente de yacaré con una aguja, de modo de hacerle un agujerito por
donde pasar un hilo. Es difícil, dicen, porque el diente se quiebra si
lo presionan mucho. Claro que para quienes visitan la zona, lo
verdaderamente difícil parece cazar al yacaré. Pero eso, dicen, es una
cuestión cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario