martes, 23 de marzo de 2010

Cómo triunfar sin componer hits


El problema con Pez es que, como ellos mismos dicen, no inventaron nada. ¿Cómo se entiende, entonces, que subsistan por más de quince años, que hayan editado 11 discos en estudio, uno en vivo y un DVD, que tengan el favor incondicional de toda -pero toda- la prensa especializada y que se den el lujo de actuar prácticamente todos los fines de semana? Cuatro personas compartimos en el pasillo de la sala de ensayo el privilegio de asistir al momento de la creación. Intuyo que la respuesta al interrogante se esconde en el clima de laburo: Pez está pariendo un tema. La banda entera está descubriendo y opinando sobre una canción nueva. Franco la trajo ayer y hoy ya la tienen bastante. Es una canción con un ritmo aceleradito y una sucesión de acordes que se repite “a los pedos”. Un cuarto de hora mas tarde, escucharán cómo quedaron las distintas pasadas del tema y Ariel tarareará una melodía a los gritos pelados en la pecera del sonidista. Va queriendo, hay que seguir laburándola, pero les gusta. Y a los que, en ambos sentidos, estamos afuera, también.


-Armamos primero la canción y la letra se va acoplando. -explica mas tarde Ariel Minimal, cantante, guitarrista y alma mater de Pez. No es que en la letra hagamos yeah, yeah, yeah, pero la verdad es que ninguno de nosotros guarda un cuaderno donde escribe poesía o cuentos.
-Igual –se mete Franco- la música reacciona también con la letra. El tema que querés hablar ya se va sugiriendo en la música.

Porque -lo digan explícitamente o no- Pez es una banda que mantiene un nivel de producción altísimo. Varias veces deslizarán, en la charla, que les sobra material. El equipo que conforman hoy -junto a Minimal- el bajista Gustavo “Fósforo” García, el baterista Franco Salvador y el tecladista Pepo Limeres mueve un universo de canciones tan grande que ni el más fanático de sus seguidores lo puede retener en la cabeza. Y que eso le suceda al flaco Spinetta o a Litto Nebbia, con sus mas de 40 años de carrera, tiene sentido. Pero que le suceda a Pez sólo puede entenderse si se considera que la creación ocupa un lugar central en la carrera y en la propuesta de la banda.
Pez parece un animal desbordado por su propia voluntad de expresión, al punto de ni esperar a que el público procese su obra. “Ningún sello quiere que saques un disco por año, porque no terminaste de vender el anterior”, dice Minimal y en esa frase se desliza su desconfianza sobre el mainstream rockero. Aunque sus palabras –las del grupo- suenan medidas y evitan todo el tiempo el panfleto o la polarización entre buenos y malos: “No nos sentimos los más porongas por ser independientes, simplemente se dio así, fuimos haciendo una carrera sin pedirle permiso a nadie. Es como nos salió”.

Pero en el universo Pez las cosas no son tan casuales aunque lo parezcan. La necesidad de seguir mostrando, de seguir pelando, y la impaciencia compositiva parecen pilares de una fe que la banda profesa sin proponérselo. Aunque eso les juegue en contra en estricto sentido de la difusión. Por eso es tan difícil decir que Pez es “la banda que toca el tema ese de…”. No hay una canción de Pez que sea “su hit”, simplemente, porque nunca hubo un corte de difusión. Suena raro. El octavo disco de la banda –el primero en vivo- tiene una etiqueta que lo dice sin vaselina: “29 canciones y ningún hit”.

Les digo eso, pero remolonean un rato y dicen que no, que no lo hacen a propósito. Que les sale así nomás. Pero ¿qué idea hay detrás de la idea de laburar sin el concepto de hit?
- Pasamos por la etapa en que buscábamos que todo sonara distinto –dice Ariel-, con compases raros para el rock. Y hubo otras épocas en que sonábamos más tranquilos, más cerca del formato de canción, pero eso es porque nos gusta todo tipo de música. No tenemos un tipo. Capaz que te gusta Iron Maiden y los Bee Gees porque encontrás valores en los dos. Eso, al menos, me pasa a mí. Si tocás durante períodos tan largos de tiempo y vas grabando cosas durante tantos años, terminás dándote el gusto de grabar todo lo que te gusta.
Fósforo también se desmarca de la pose de “artista renegado”:
-Nos damos el gusto de variar los lugares desde los que componemos, pero no buscando algo en especial. Jamás pensamos deliberadamente, “hagamos una canción de estas características por que va a sonar bien en tal lado”.

-Pero eso, ¿es casual o deliberado?
-Creo que buscamos cierto impacto –dice Minimal- porque siempre hay una intención de provocar algo, aunque ese algo es más del tipo quiero-que-éste-tema-sea-una-cachetada. Pero lo de “componer hits” me suena raro porque no me imagino cómo es. ¿Qué hacés? ¿Te proponés componer algo que suene, no sé, empalagoso? Para mí, que una canción se convierta en hit tiene que ver con la cantidad de dinero que ponés para que se pase por radio. Es tan sencillo y tan claro como eso. Después, la canción que más le va a pegar a la gente, que va a cantar la hinchada, quizás porque la asocia con una propaganda de aspirina, eso ya es el devenir de cada canción. Pero no la concebís como una canción que vaya a tener un recorrido determinado por algo.

-¿Vos decís que no estás pensando “esta va a ser fácil de vender”?
-Es que para mi no hay una canción que sea vendible desde el vamos, que genere dinero en si. Lo que genera dinero es la operación maquiavélica de pasarla 800 mil veces por día. Una canción nunca es un hit por si misma, puede ser un hit si se le crea la oportunidad

-Está bien, pero si yo tomo las listas de las canciones que tocaron en los últimos diez recitales, veo que se tomaron un trabajo de no repetirse, por ejemplo.
-Eso es porque tenemos repertorio de sobra y nos gusta ir variando continuamente. Después hay una cosa de necesidad. Nuestro público es súper fiel y nos sigue mucho, pero no es multitudinario. Si nos fuéramos de gira y tocáramos en una ciudad cada seis meses, podríamos organizar una lista de 25 temas que sabemos que funcionan. De hecho, tenemos una lista que nos gusta hacer y que funciona siempre, pero no la podemos hacer cada dos meses para la misma gente.
Ahí interviene Pepo. Es por temporadas, dice. Y explica: “Nuestros shows mantienen una cosa mas o menos coherente por temporadas. Hay veces que queremos hacer shows todo arriba, hay veces que nos gusta cambiar el ritmo, lo vamos variando. Y sí, es un trabajo equilibrar las canciones entre temas nuevos y, simultáneamente, mantener una idea de show.”

El maravilloso mundo
Como suele suceder con las bandas que no vienen preconstruidas por consultores, cada uno de los varios músicos que pasó por allí le imprimió al sonido Pez su propia huella Pero Minimal estuvo siempre haciendo que Pez sea Pez.
Cuando nació, en el año 1970, se llamó Ariel Gustavo Sanzo. La adolescencia le brotaba en el cuerpo en los momentos en que el país vivía la primavera democrática y descubrió el incipiente movimiento punk porteño. La banda se llamaba Descontrol, y era un nombre tranquilo para unos compañeros de ruta que gustaban llamarse Rigidez Kadavérica, Parálisis Infantil o Cadáveres de niños. Más raro fue el nombre de su segunda banda, los Minimales, que le impuso un apellido artístico que aún usa. “Nada que ver con el minimalismo alemán, -dice- ni esas cosas”
Luego vino Martes Menta, un grupo que buscaba sonar decididamente manchesteriano, en la senda de Stone Roses o Inspiral Carpets. Sus colegas de shows serían bandas como los ahora archipremiados Babasónicos o los desaparecidos Tía Newton y Los Brujos. Martes Menta supuso el primer acercamiento de Minimal a la masividad cuando, en diciembre de 1992, tocó en Obras en la presentación de "Dynamo", para muchos el mejor disco de Soda Stereo y con el que Ceratti & Cia. sacaron carnet de sónicos. El tecladista de Martes Menta era Manza Esaín, con quien Minimal formó en 2002 un trío junto a Florencia “Flopa” Lestani para producir uno de los trabajos más alabados del under local que se llamó sin mas Flopa Manza Minimal.

-Hubo, en la época de Martes Menta, la sensación de que querías sonar moderno. ¿Por qué, con el sonido de Pez, renunciás a la idea de modernidad?
-Lo que tenemos a esta altura son muchos años trabajando juntos y un sonido que se fue amasando entre todos y es el sonido característico de la banda. En otra época quería sonar como la movida de Manchester, pero cuando arrancó Pez, la cosa ya era distinta. No dijimos “sonemos como tal”, lo que queríamos era “hagamos otra cosa”. Queríamos sonar como nadie sonaba y empezamos a escuchar otro rock, que no era el que se escuchaba en ese momento. Ni mejor, ni peor, es otra cosa y, esa cosa, después de muchos años de laburo, te permite hacer tu camino sin fijarte como está sonando determinada moda, o seguir un patrón. Eso nos dio cierta identidad que se nutre de las cosas que vamos escuchando, que va aportando cada uno, una cosa más tanguera, más del folklore o del hardcore.

Esa “cierta identidad”, eso que suena “como nadie”, es la personalidad de Pez, una propuesta que suena distinto y a la vez se muestra como heredera de ese hervidero creativo que fue el rock argentino en sus comienzos. El sonido de Pez es un rarísimo lenguaje que interpela a la sociedad del siglo XXI con un lápiz Faber de amarillo y negro y gomita en la parte de atrás. Entre Invisible y Aquelarre, entre Pescado Rabioso y Espíritu y Polifemo aparecen imágenes y personajes y conflictos del Buenos Aires al sur post 2001. Sin olvidar el arte de tapa, todo el universo Pez evoca al rock progresivo, con perdón del arcaísmo, pero revisitado en clave contemporánea.


-Creo que todo está inventado. –dice Minimal- No me interesa hacer algo completamente innovador. No me interesa ser Bjork, por decir algo. Lo nuevo de Pez es el tamiz, la forma de decir que tenemos. La química de estos cuatro individuos tocando algo que les gusta. No sé donde está la diferencia, somos una banda bien clásica: batería, bajo, teclado y guitarra distorsionada. Pero el valor que tiene eso es un valor que nos sirve a nosotros. De pendejos, nuestro sueño era tener una banda de rock y lo pudimos hacer sin pedir permiso a nadie. A nuestra escala, claro, pero la canción es la misma.

-Ustedes dicen que no les gusta quedar como llorones, quejándose de las discográficas o los esfuerzos que hay que hacer para trabajar de esto. ¿Cómo les gustaría quedar entonces’ ¿Qué les gustaría que se diga de Pez?
-Que somos muy cojedores.
Risas.
Telón.


PUBLICADA EN LA REVISTA C EL 13 DE SEPTIEMBRE DE 2009
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