viernes, 9 de enero de 2015

Paternidades

 –¿En serio no te das cuenta? Es porque el abuelo Esteban no es mi papá de verdad.

Esa frase quedó rebotando toda la noche en mi cabeza. Creo que es el primer registro que tengo de una noche de insomnio.  Le había preguntado a mi viejo que por qué él no tenía el mismo apellido que el abuelo. Rondaba los diez años y la duda surgió en un viaje a Saladillo, había ido a pescar con el abuelo y unos compañeros de laburo de mi viejo. Y ellos llamaban al abuelo por el apellido de papá y mío, cuando yo sabía que él se llamaba Giménez. Era tan natural que se llamara así que nunca había pensado que podía no ser mi abuelo, el abuelo. Por eso recién a esa edad pregunté. Estuve varios días sin poder mirarlo, al abuelo, no quería decirle nada, no sabía como encararlo. No lo encaré. Como se hacen, como se hacían las cosas, todos nos hicimos los giles y el tiempo pasó.